Mi esposo y yo pasamos muchos años en un estado miserable. Me avergüenza admitir que esta lista es el resultado de algunas de las formas en que fui culpable. Varias, en realidad. Me gustaría que aprendas de los errores que he cometido en los últimos años.
1. El odia cuando lo abochornas en público.
Cuando tú señalas sus defectos, lo criticas, o lo corriges, le haces sentir como un idiota delante de los demás, y eso es degradante. No lo avergüences en lo absoluto (sobre todo delante de tus hijos). ¿Te gustaría que te lo hiciera a ti?
2. El odia cuando le recuerdas sus fracasos del pasado
Es algo que se resolvió hace mucho tiempo (o tal vez sólo la semana pasada), pero tal parece que no puedes dejarlo pasar. Todas nosotras hemos fallado. Deja pasar las cosas que ya se han manejado y se han resuelto. Si hay problemas no resueltos que nunca se han tratado de manera Bíblica, no vayas al ataque, pero toma medidas para resolverlo con gracia, ¡y sigue adelante!
3. El odia cuando descargas tu día sobre él tan pronto como entra por la puerta.
Algo que no puedo enfatizar lo suficiente a las esposas- ¡ABRAZA a tu esposo cuando llega del trabajo! Salúdalo con un beso y un poco de amor. Ofrécele una palabra de aliento, y espera antes de reportarle cuán duro ha sido tu día. Él ha tenido un largo día. (Sé que tú también lo has tenido, pero no le estoy hablando a él sino a ti). A él se le han presentado retos que tú no has tenido que enfrentar, y tal vez ha librado batallas que desconoces. ¡Haz que valga la pena regresar a casa.
4. Odia cuando esperas que él sea igual que tu amiga.
Probablemente no es un artesano, ni sabe pegar fotos en un libro de recuerdos, ni es fanático de pasarse cinco horas en un centro comercial. Una tarde en el salón de la manicurista probablemente no es su idea de diversión. No se va a comunicar contigo como tu mejor amiga lo hace ni quiere saber la historia completa que quieres contarle... hasta el último detalle. Aprécialo como hombre, y deja las cosas de mujeres para tus amigas.
5. El odia cuando esperas que él lea tu mente.
Simplemente háblale. No entres en esos juegos mentales donde estás pensando: Si él realmente me amara, él sabría que yo quiero que él. . . (llena el espacio en blanco). ¡Yo no tendría que decirle! Tu marido estará muy agradecido si tú abandonas el juego de "leer mentes" y simplemente mantienes una comunicación honesta y amable.
6. El odia cuando lo tratas como un niño.
Los hombres saben que no piensan como nosotros. Ellos saben que puede ser un reto para ellos estar a la altura de nuestras expectativas o deseos. Cuando se olvidan de cerrar la tapa en el inodoro, no es porque nos quieren irritar. Cuando toman la ruta larga porque se olvidaron de la salida a la derecha, no es porque quieren desperdiciar esa gasolina extra. Cuando hablamos con nuestros maridos en el mismo tono que utilizaríamos con nuestros hijos, es una falta de respeto. Y eso es un pecado.
7. El odia cuando descargas tu artillería pesada a las 11 de la noche.
No esperes hasta la hora de acostarte para abrir un tema de discusión que tiene el potencial de ponerlos a los dos en el lado opuesto de una batalla hasta cerca del amanecer. Si tú necesitas tener una conversación que tiene el potencial de grandes conflictos o emociones, hazlo temprano en la noche (o tal vez debas reservarla para una mañana cuando está en casa). Respeta su necesidad de descansar un poco.
8. El odia cuando lo comparas con aquel "hombre perfecto" en la iglesia.
Tu esposo quizás no luzca "tan espiritual", quizás no te trate de la misma manera que ese "hombre perfecto" trata a su esposa; quizás no suene tan conocedor, ni luzca tan interesado en el sermón. Pero tu marido, probablemente tiene algunas cualidades dignas que puedes perder de vista porque estás tan concentrada en lo que "él no es". Deja de compararlo con otros hombres- ¿qué de bueno puede venir de estar haciendo eso? ¿Por qué no pedir a Dios que te abra los ojos para ver las cosas que aún no has apreciado sobre él?
9. El odia cuando lo castigas con el silencio.
Siempre que utilices el trato del silencio para manipularlo, estás perjudicando a ambos. El trato del silencio es una herramienta de castigo hostil. No hagas las cosas más difíciles guardándotelas y llenándote de ira. Si estás herida o enojada, ve primero a Dios y pídele que busque en tu corazón para ver si la ira es justa o si hay alguna ofensa que deba ser discutida. Habla sobre el tema con tu marido. Sé honesta y humilde en tu comunicación y recuerda-él no es tu enemigo!
10. El odia cuando utilizas el sexo como un arma.
El don de la intimidad sexual es una expresión de amor desinteresada. Es una demostración física de la unidad espiritual. No te eximas del sexo para castigar a tu marido, y no utilices tu intimidad como una técnica de soborno. Honra tu cama matrimonial como algo sagrado, y ama bien a tu marido.
¿He sonado dura hoy? Espero que no, yo solo sé lo fácil que es caer en una actitud de falta de respeto que luego se transforma en un trato horrible hacia las personas que más queremos. Quero que todas seamos retadas hoy para dejar de lado cualquiera de estas actitudes tan comunes, pero que tienden a ser tan destructivas para el matrimonio. Y son actitudes que no glorifican a Dios.
¿Te ves retratada en algún punto de esta lista? Si es así, espero que pases algún tiempo buscando a Dios. Pídele que te muestre cuáles son esas cosas que debes compartir con tu esposo y buscar su perdón.
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